lunes, 17 de junio de 2013

CAPÍTULO 6



RECUERDOS


Era de noche, y la casa estaba tranquila y en completo silencio. Erin entró sigilosa, aún con la capa puesta y se dirigió a la cocina. Tomó un vaso de agua, y después de beberlo, lo colocó en su sitio y se dirigió al salón. Como vio que todo estaba tranquilo, se dirigió a las escaleras, para subir a su habitación, cuando de repente, Troiik, que se hallaba tumbado en el sofá con la manta hasta el cuello, se incorporó y saludó:

–Bienvenida a casa, Erin
La Elfa se giró sin apenas haberse asustado, se quitó la capa, y la dejó encima de la mesa. Asintió con la cabeza y respondió:
–¿Acaso no duermes? –Troiik la miró atentamente y dijo:
–Todas estas noches he estado durmiendo aquí abajo, le he dejado mi cuarto a Romak. Y así de paso vigilaba por si...

Erin se acercó por detrás del sofá, y volviendo a hacer ese gesto tan suyo, colocó su mano sobre la nuca de Troiik, como si masajeara su cabello, y dijo:

–Me estabas esperando, ¿no es así?–
La elfa se echó a reír, dejando a Troiik con una mueca de timidez y de no saber qué contestar a esas palabras. Era obvio que desde hacía algun tiempo Troiik había despertado cierto interés por su cuñada. Y a ella no parecía importarle. Troiik le tomó la mano, y le hizo un gesto para que se sentara. Ella accedió sin reproche.

–¿Hay noticias de la pulsera?, ¿qué tal tus otros compatriotas, has vuelto para quedarte?
Troiik la atosigaba a preguntas y la pobre elfa se temía lo peor.
–La pulsera no esta aquí, y creemos que alguien que conocía su paradero la robó y se la entregó a Vermella. Riot y yo creemos que es uno de nosotros, ya que entre los elfos no hay secretos, y somos los únicos que conocíamos el escondite de la pulsera.- El sólo nombramiento de aquel extraño elfo hizo que Troiik se pusiera tenso y sujetara la mano de Erin con más fuerza.
–Lo hizo él, Erin. Estoy totalmente seguro. Mira, yo no tengo superpoderes mentales como vosotros, pero puedo darme cuenta de que algo no anda bien, y sé discernir a las personas. Pondría la mano en el fuego...
–¿Pero de qué estas hablando, Troiik?
–¡¡RIOT. R-I-O-T!!  –dijo él levantando un poco la voz. Es ese amiguito tuyo de tu clan élfico protector. No me inspira nada de confianza. Y lo mismo les sucede a Nortem y a Romak. Por alguna razón, y sin apenas conocerle, tengo una corazonada de que no es del todo de los vuestros. Que esconde algo. Y por desgracia te tiene un poco cegada con...
–¡Basta!  –gritó entonces la elfa. No voy a permitir que tus celos acaben conmigo. No señor. Conozco a Riot desde que era una niña, mi familia se ha fiado de él desde siempre, y yo también. Siempre ha sido mi protector, y nunca me ha dado motivos de duda. Así que quitate esa estúpida idea de la cabeza.
Y acto seguido se levantó, recogió su capa, y se marchó a su habitación, con un paso tan elegante y ligero, que parecía que flotase en el aire. Muy propio de los elfos...

Troiik sacudió la cabeza de un lado a otro, pero se volvió a tumbar, se tapó de nuevo hasta el cuello, y dejó que la noche y el sueño se apoderaran de él de nuevo.







–¡Nortem! ¿Quieres bajar ya? ¡Por el amor de Eak!
–¡Erin, Romak! –volvió a gritar Troiik bastante agobiado–.  ¿Podéis dar de comer y beber a las gallinas y a los caballos, mientras estamos fuera?, os lo agradecería muchísimo. ¡Vamos, Nortem!
–¡Padre! –Nortem corría escaleras abajo lo más deprisa que su equilibrio le permitía
–Vaya con el humor con el que te has levantado hoy, ¿no? ¿Acaso no has dormido bien?
–Simplemente no ha dormido  –dijo Erin con una pequeña sonrisa.
–Y tú sí que habrás podido pegar ojo sin ningún problema, ¿verdad Erin?, sin remordimientos de conciencia ni nada por el estilo...

Troiik sonaba molesto y sarcástico al mismo tiempo. No estaba de humor esa mañana. Erin se dio la vuelta, cogiendo su capa de terciopelo verde oscura, salió al jardin, y echó a andar camino a los bosques Kiar.
Troiik salió detrás de ella, avergonzado por lo sucedido, y Romak se limitó a observar por la ventana la curiosa pero predecible situación entre su hermana y su cuñado.

–Nortem, ven a sentarte a la mesa y aprovecha a desayunar mientras tu padre termina, creo que eso va para rato... ¡vaya! Se han alejado demasiado, ahora los árboles me tapan la vista. En fin, ya son mayorcitos...
–¿Crees que ellos se aman, tío Romak? –Nortem estaba sirviéndose un tazón de leche mientras le preguntaba.
–Pues no sé qué decirte, continuó el elfo. Yo acabo de llegar. Mi hermana es muy prudente para estas cosas, pero yo diría que a tu padre le ha dado muy fuerte con ella. Quizá tanto tiempo sin estar en brazos de una mujer...
–¡Bah, tio Romak!, no necesito esa clase de detalles. En serio, te los puedes ahorrar–.  Nortem se ponía colorado con esos temas, y más, refiriendose a su padre.
–¿Crees que ve a mi madre en ella?-Siguió preguntando Nortem.
–Eso sería lógico, pero esperemos que si tu padre llega a enamorarse de ella, sea por amor, y no por un recuerdo de Martyam–. Romak se puso en pie, y acicalándose el pelo frente a un espejo que había en la entrada le dijo a Nortem,

–Mira, será mejor que cojamos la carreta y el pan, y nos pongamos en marcha, o la tienda no se abrirá en todo el día. No te preocupes por tu padre, le dejaremos una nota.
–Me parece bien  –dijo Nortem poniéndose en pie también, ¡marchando!

Los dos jóvenes se encaminaron a la aldea, con el propósito de abrir la panadería, y así poder ponerse al día con las ventas. Los aldeanos ya empezaban a sospechar, y ellos no querían darles motivos para ello.
Mientras, en la pradera que quedaba detrás de la casa, Troiik y Erin se hallaban aún discutiendo sobre algún tema que seguro tenía que ver con los sucesos de las últimas horas.

–Siento haberte hablado así anoche, Erin. No te merecías que me dirigiera a ti en ese tono  –Troiik le suplicaba perdón a la elfa, con las manos entrelazadas–. Si hay algo que pueda hacer para ayudarte con tu misión...
–Pues la verdad, empezaba a hablar Erin, ahora algo más relajada–, sí que puedes hacer algo.

Erin, hizo un gesto con la mano para que entraran de nuevo a la casa, y pidió a Troiik que tomara asiento en el sofá del salón.
–Podría leerte la mente si me dejaras, y buscar entre tus recuerdos, para ver si de alguna manera, o mediante alguno de tus recuerdos y vivencias de los últimos veinte años, viste o escuchaste algo que pueda darme información relevante sobre algo o alguien relacionado con la pulsera. Sería rápido y no te dolería. Pero tienes que darme tu permiso.
Troiik la miraba absorto, entre las ganas de reír y la verguenza, por estar de repente tan cerca de desnudar sus recuerdos delante de ella. No estaba muy convencido, y menos ahora que podría dejar entrever sus sentimientos hacia ella si no tenía cuidado. Pero había prometido ayudarla, y ahí estaba Erin, esperando a su respuesta.

–Está bien  –dijo Troiik con aire de resignación, comencemos con el examen.
–Buen chico  –dijo Erin entusiasmada y dándole una palmadita en el hombro–, No tardaré mucho. Tú quédate quietecito, cierra los ojos, e intenta no pensar en nada ahora mismo, mantén la mente en blanco.

Troiik se relajó, y la elfa se colocó detrás de él, de pie, y con las palmas de las manos sobre sus sienes.
–Quizá notes una pequeña descarga eléctrica al principio  –repuso Erin–. No será nada-. Nada más terminar la última frase, Troiik sintió un escalofrío recorrer todo su cuerpo, y a continuación una pequeña convulsión que le hizo saltar del sofá.
–¡Por Eak, Erin! ¿Qué me estás haciendo? –Troiik se rascaba la cabeza, pero haciendo caso a la mueca de la elfa, volvió a sentarse, y esta vez se relajó del todo. Erin volvió a colocar sus manos sobre las sienes de Troiik, y cerrando los ojos de la misma manera que él, comenzó con su tarea. Ahora los dos eran vulnerables, ella sabría todo sobre él, y el sabría que ella tendría conocimiento de sus sentimientos.
No había salida, era el destino. Erin soltó una risita de repente, algo infantil, y Troiik se dijo así mismo: “estoy acabado”

–Interesante  –dijo algo burlona la elfa–. Muy, pero que muy interesante.
Bueno... ¡ya está! he terminado.

Troiik se incorporó, pues se había medio tumbado en el respaldo del sofá. Antes de que Erin pudiera quitar las manos de las sienes de éste, Troiik sujetó una de ellas, y sujetando a la elfa también de la cintura, la llevó por los aires, hasta tenerla en su regazo y sin manera de escapar:

–¿Y dime, si no es mucho importunar, ¿era de tu agrado lo que acabas de contemplar? –Troiik se hallaba muy cerca del rostro de la elfa, y ésta no podía contener su acelerada respiración, aunque sí peleaba por soltarse de su apresor.
–Vamos, Troiik, no seas inmaduro. Venía todo en el lote, no podía estar separando recuerdos a un lado y a otro. Hubiera tardado mucho.
Erin comenzaba a ponerse nerviosa. Con cualquier fácil hechizo, podría desaparecer de los brazos de Troiik si quería, pero... ¿quería?

–Y supongo –continuó acercándose a la elfa–, que habrás encontrado lo que necesitabas, ¿no es así?
–Lo que iba buscando realmente... no, no estaba allí  –dijo la elfa intentando quitarle importancia al asunto–, lo demás, era secundario, y no viene a cuento.

No pudo seguir hablando porque Troiik había terminado de mostrar su sonrisa más pícara, y se había fundido con ella en un dulce y lento beso del que ella no pudo escapar. Así estuvieron durante varios minutos, y el sol que atravesaba la ventana de aquel pequeño pero acogedor salón, hacía la escena mucho más bella de lo que era.
Cuando por fin la elfa volvió en sí, se apartó de él, y con una sonrisa tímida y las mejillas sonrosadas dijo con una voz gentil pero algo seria:

–No deberíamos...
–Shhhhh  –le calló Troiik poniendo un dedo en sus labios–.  No diremos nada, será nuestro secreto, al menos por ahora.
–Pero Nortem se enfadará  –repuso la elfa–.  No hay día que no se esté enterando de algo nuevo, y esto no sé como le afectará. Después de todo, soy su tía.
–Se lo diremos en cuanto se presente una buena oportunidad, ¿de acuerdo? Y ahora, si me permites... –dijo Troiik dejando a la elfa de pie en el suelo–.   Tengo que ir a abrir la tienda. ¿Dónde están...?
En ese momento, Troiik vio la nota que Romak había dejado encima de la mesa, y se sonrió a sí mismo por el detalle que habían tenido él y su hijo de abrirse camino al trabajo.

–Bueno, cogeré el otro caballo, y me pondré en marcha a ver si les alcanzo y les echo una mano.

Troiik se acercó a Erin con la intención de darle otro beso, pero ésta, algo seria, le puso una mano en el pecho, frenándolo, queriendo ser prudente.
–Creo que voy a salir al bosque a recoger unas hierbas especiales para mis pócimas. No me quedan muchas, y hay que estar bien precavidos, por lo que pudiera pasar.

Al oír la palabra bosque, Troiik se puso tenso, todo ello le hacía conexión con ese infame de Riot, y no le hacía ninguna gracia–.
–¿Te verás con él?  –dijo al fin algo serio.
–No tengo por qué, pero pierdes el tiempo en preocuparte, Troiik. Ya te lo he dicho muchas veces–. Troiik no tuvo más remedio que asentir y, saliendo a por su caballo, se marchó hacia Torkiam.























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